¡Ay de los recuerdos de aquellos que creyeron!
Se quedaron sin esquinas los trapecios
Y sin sentido se intercambian las miradas
Sin líneas las cartillas y los libros,
Y sin sonidos ahora vuelan las palabras.
Nada hubo, Nada hay, Nada somos
¡Ay del mundo de aquellos que creyeron!
Se perdió la estabilidad de las paredes,
Y desaparecieron de los huecos los vacios,
Fuiste, más hoy y ahora ya no existes,
Dueña ya no eres ni de lunes ni domingos.
Nada hubo, Nada hay. Nada somos
¡Ay de las ilusiones de aquellos que creyeron!
En esta masiva desaparición de soles,
Ya ni guardia hace la luna en las ventanas,
Todo olvido cuando veo que me olvidas,
Ya no hay nada ahora que te marchas.
Nada hubo, Nada hay. Nada somos
¡Ay de los sueños de aquellos que creyeron!
Ay del corazón de aquellos que creen,
Rotas verán todas sus esperanzas,
No importando cuanto tiempo las alberguen
El invierno, frio y cruel, despacio las desgaja.
Nada hubo, Nada hay. Nada somos
¡Ay del tiempo de aquellos que creyeron!
¡Ay del recuerdo, de los sueños y de las ilusiones de aquellos que creyeron!
¡Ay del recuerdo, de los sueños y de las ilusiones de aquellos que creímos!
Roto en nuestro pecho ruinoso un corazón late,
Rota y desastrada nuestra mente en el mundo estriba.
Más indeseables son esas noches de sosiego,
Y esos días de angustia y hastío, beneficio,
Preferibles, a malvivir sin ser alguna vez amado;
a mal morir, sin nunca en el amor haber creído.
Nada hubo, Nada hay, Nada somos
¡Que buen vivir tuvieron quienes con razón y corazón el amor han vivido!
Nada hubo, Nada hay, Nada somos
¡Ay del recuerdo, de los sueños y de las ilusiones de aquellos que creímos!