saludo, me hablas.
Respondo, tu callas.
Tu turno.
Ahora tu hablas.
Feliz, procuro callarme,
no interrumpir, no hablar,
elijo oírte, prefiero escucharte.
¿Tiempo?
¿Distancia?
No existen.
Es trivial lo que dices,
pero no hay más nada,
llegas a mí. Me llamas.
Como desde una foto, me miras.
Como una carta. ¡Son tus palabras!
Como ahora, en una llamada...
"¿Sigues ahí?" preguntas;
asiento,
no me ves —recuerdo—
Reacciono. Respondo.
"Si, dime"
Te despides, tienes prisa.
Yo escucho tu prisa
me lleva de golpe a mi sala,
Te aparta. te lleva lejos,
al otro lado de la línea,
a tu casa, a la calle,
desde donde me hablas.
Nos veremos mañana, me dices.
Estarás allí, pienso, para mi... allí.
¿Me esperas? —preguntas—
Saldré tarde, ¿Me esperas?
Iré por ti, y, vendrás conmigo.
Estaré contigo.
Cuelgas, y la distancia aparece.
Cuelgas, y ya todo existe.
Más gris, apartándote. De nuevo.
Pero ahora, ahora que cuelgas,
estamos allí, no aquí.
Ambos, aunque no lo sepas,
estamos en tu lado de la línea;
juntos, hasta que me traigas,
hasta que te traigas mañana
conmigo, contigo.