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Una iniciativa de creación literaria. Cuentos, microrrelatos y poesía.

SUEÑOS DE NIÑOS

–El cielo…el cielo… –Aún era temprano y no se podían ver las estrellas, de hecho, no veían más que un azul infinito sobre ellos– ¿Una nube? –Preguntó él, notando que no había ninguna.

OBITUARIO - JAIRO ANÍBAL NIÑO

Ha muerto un hombre cuya madurez fue inocencia. A quien los años no le sumaron adultez sino infancia; un hombre que regalaba bosques en cajas de semillas y veía flotillas enteras de barcos en charcos.

NEGRO

—Recostado sobre la cama miré a través de la ventana en la que apenas se proyectaba la luz de una escuálida luna opaca, seguramente por el paso de una nube —dijo el anciano con parsimonia, mientras ponía azúcar a su café. Luego de probarlo, continuó—

CONTENER EL ALIENTO

Contener el aliento,//Cerrar los ojos.//Recordar.//Intentarlo, al menos.//Recordar la valentía heroica,//la intrepidez diaria.//La infantil alegría,//la mañana clara.

21 de noviembre de 2009

Cuando las Personas Quieren


Son raras las personas cuando quieren. Si él quiere, ella no. Si quiere ella, él no. Si ambos quieren, no pueden. Si pueden, pelean. Si pelean, uno se rinde. Si uno se rinde, ambos fracasan. Si ambos fracasan, se frustran. Si se frustran, lo recuerdan. Si lo recuerdan, lo repasan. Si lo repasan, uno lo intenta. Si uno lo intenta, es que quiere. Son raras las personas cuando quieren. Si él quiere, ella no. Si quiere ella, él no.

Sueños de Niños


–Una Flor –dijo la niña.
–Un ave –dijo el niño.
–…mmm…–la pequeña se arregló el flequillo con la mano y, alzando la mirada, exclamó –el cielo, el cielo azul.
–El cielo…el cielo… –Aún era temprano y no se podían ver las estrellas, de hecho, no veían más que un azul infinito sobre ellos– ¿Una nube? –Preguntó él, notando que no había ninguna.
–…Una nube…mmm… Sí. Pero si es blanca. –repuso ella.
–Entonces, una nube blanca…–dijo él con una sonrisa– pero ¿y si fuera gris?
–Bueno… –sonrió la niña– en ese caso… ¡Lluvia!
–… ¿Lluvia? –Preguntó perplejo el niño– Hoy no. Pero agua sí.
–Un río entonces.
–El mar, mejor.
–Un océano entero –dijo ella.
–Pescadores.
–¿Conoces a alguno? –pregunto al niño con curiosidad.
–No –dijo él–, pero los envidio. Debe ser bonito vivir en el mar. Papá y yo –una mueca de disgusto se dibujó en su rostro– vivimos en un piso muy pequeño. Él trabaja en un edificio muy gris… Quizás a él le gustaría más trabajar en el mar.
–Sí, seguro que sí… ¡Es tan bello! –Suspiró ella– Con sus peces… Sabes, me gustan los peces.
–¡A mí también!... –dijo él– ¡…En especial asados!
Ambos rieron pensando en pescados asados, desde el pequeño Querubín, la mascota de su clase; un pequeño pescado rojo que siempre había estado ahí, hasta los que habían visto en los libros. Luego ella continuó:
–¡Tú solo piensas en comer! –Lo reprochó en broma–…entonces, una cena.
–Una cena, bien… –dijo él–…Una casa.
–¿Grande?
–Sí, muy grande. Con patio y antejardín. Con una gran sala.
–¿…Y con ventanas grandes?
–Él Continuó –…Y ventanas grandes, y paredes blancas.
–…Me gusta el blanco. –Dijo ella interrumpiéndole–
–A mí también.
Ambos guardaron silencio. No fue sino hasta ese momento en que se dieron cuenta de lo que estaban hablando. Ella se arriesgó:
–¿Una familia? –Preguntó.
–Con un hijo –dijo él.
–Dos. – dijo ella.
– Vale…–Respondió entusiasmado el pequeño– y todos en la mesa cenando pescado.
–¡No! Pescado no. No me gusta. –Ella frunció el ceño y él no dijo nada durante unos segundos… Hasta que ambos sin planearlo exclamaron— ¡Pollo!
Guardaron silencio un segundo y luego soltaron una carcajada.
–¿Eso quieres? –preguntó la niña.
–Si –dijo él– que sea pollo... ¿Y en el centro de la mesa?
Entonces ella se levantó, fue a un matorral cercano y tomo una margarita. Antes de marcharse corriendo a casa, se acercó al chiquillo y, dándole la flor y un inocente beso en la mejilla, susurrando le dijo –Una flor… Esta flor–.

Dialogo


Eran dos personas charlando en aquel lugar, pero más allá del idioma, mientras los labios decían verdades a medias y las manos espantaban las dudas como a moscas, los ojos, delatores insensatos, gritaban, sin dejarse una coma, lo que sentía de verdad su corazón.

18 de noviembre de 2009

Cinco Microrrelatos

I
Era ésta una hoja que cayendo de un Arce fue por el frío viento del otoño llevada lejos a marchitar, que es morir para las hojas, con tan buena fortuna que conoció rumbo a la tierra, el paraíso, al enredarse gloriosa en tu cabello.

II
¿De veras crees que estamos lejos? Estar lejos no es no verte o no hablarte; o no ir de la mano ni hacerte regalos. No. De hecho, es justo lo contrario. Es verte en la gente y hablarte en el aire; ir de tu mano en mi mente y hacer de mis sueños, regalos. ¿De veras crees que estamos lejos?

III
Revolución Francesa… Revolución Industrial… Revolución Rusa… Revolución Tecnológica… ¿Por qué insistimos en revolucionar antes que en evolucionar?

IV
Inicio, programas, accesorios… ¡¿Qué hace mi nombre en esta carpeta de su ordenador?!

V
Disculpe, ¿Tiene el libro "Demolición de Castillos en el Aire para Dummies"?

11 de noviembre de 2009

Superhéroes

La paciencia es en definitiva una virtud heroica. Sin embargo, es preciso apuntar que nuestros héroes contemporáneos, los que se ven ahora en TV o cine, no destacan por esperar a que pase algo sino que, todo lo contrario, tan obstinados como superdotados, se lanzan en cualquier aventura sin detenerse a analizar la situación a la que se enfrentan. Ellos, los héroes, o tienen una mítica capacidad de comprensión de la realidad tan heroica como lanzar fuego con los ojos y no calculan las consecuencias de sus actos porque, como decía el más heroico de todos, todo “estaba fríamente calculado”, o los guionistas y escritores de sus historias los han dotado de una impaciencia innata, heredada de los tiempos que vivimos. ¿Dónde quedó la homérica espera de Aquiles quien paciente y constante sitió Troya durante diez años? ¿Dónde están las sucesoras de Penélope? Es triste admitirlo, pero han cambiado tanto las cosas que lo “heroico”, que según el diccionario es algo “propio de un héroe o relativo a él; acto de gran valor, de nobles virtudes y sacrificios elevados que realiza una persona” queda apretujado en millones de oficinas, calles y hogares sin la más mínima recompensa. Sí, es cierto. Ahora aquellos que tienen este tipo de virtudes dedican su tiempo a estar frente a un escritorio viendo como con una lentitud proverbial se llena una barra de descarga en la pantalla de un ordenador tan viejo como lo permita Windows XP; otros se dejan horas haciendo filas, solicitando auxilios, subsidios o hipotecas para intentar vivir y no solo sobrevivir. Son pacientes en medio de situaciones desesperantes e incluso desesperadas. Vivimos el absurdo en lo cotidiano. Es más heroico un tipo que lleva una doble vida, una sosa de periodista torpe y otra de superhombre volador e invulnerable, que una mujer sencilla, con un trabajo mal pagado y absorbente, en una casa poco menos que ruinosa, que sostiene a dos hijos -¡felices además!-y los manda al colegio todos los días sin irse a la cama sin cenar. Tan contradictoria es, que más heroico un tipo sin amigos que hace telarañas y combate villanos trastornados de personalidades imposibles, que dos personas comunes que mantienen a flote una relación sobrellevando y corrigiendo sus defectos durante décadas. ¿Es paradójico, no? Que los héroes de verdad se sienten a nuestro lado en el autobús sin despertar un ápice de atención mientras otros, superhombres y supermujeres imposibles impulsados por la magia de los efectos especiales, sean promovidos a ilustres ciudadanos sin ni siquiera ser reales. ¡Así es nuestro Mundo! Un lugar donde muchos prefieren creer que un ilustre vecino de Ciudad Gótica o Metrópolis los puede venir a saludar antes de estrechar la mano de su propio vecino. No pretendo negar la idea de héroe tiene un papel simbólico importante como idealización de algunas cualidades humanas pero, ¿Son en verdad los héroes de hoy un modelo a seguir?