WIGOblog

Una iniciativa de creación literaria. Cuentos, microrrelatos y poesía.

SUEÑOS DE NIÑOS

–El cielo…el cielo… –Aún era temprano y no se podían ver las estrellas, de hecho, no veían más que un azul infinito sobre ellos– ¿Una nube? –Preguntó él, notando que no había ninguna.

OBITUARIO - JAIRO ANÍBAL NIÑO

Ha muerto un hombre cuya madurez fue inocencia. A quien los años no le sumaron adultez sino infancia; un hombre que regalaba bosques en cajas de semillas y veía flotillas enteras de barcos en charcos.

NEGRO

—Recostado sobre la cama miré a través de la ventana en la que apenas se proyectaba la luz de una escuálida luna opaca, seguramente por el paso de una nube —dijo el anciano con parsimonia, mientras ponía azúcar a su café. Luego de probarlo, continuó—

CONTENER EL ALIENTO

Contener el aliento,//Cerrar los ojos.//Recordar.//Intentarlo, al menos.//Recordar la valentía heroica,//la intrepidez diaria.//La infantil alegría,//la mañana clara.

31 de agosto de 2010

De Una Mujer con Ojos de Sol


Descansa sobre la almohada, descansa.
Deja al sueño que sea y repare. Desciende.
Que mientras sin rumbo flotas, agotada,
Todo mal te pierda pista y no te encuentre.

Que en tu sueño a tu vera vengan,
presurosos, millonarios besos,
y te cubran toda, como abrigo,
libre de angustias, de dolores y de olvidos.

Que el mal aire que tu pecho alberga, marche.
Sea él, abatido por prodigiosa cura, quién salga.
por armas, canciones y caricias, vida;
que siempre en la voz de una madre vibran.

Y al final, al abrir los ojos la mañana,
Allí, cuando las aves vuelen,
cuando el ave cante y el río baje,
la luz ya no será de sol, sino de ojos.
De ojos de mujer recuperada.


1 de agosto de 2010

Un Trocito Ruinoso de Esperanza

Es preciso, dijo ella mientras limpiaba un retrato antiguo, que no olvidemos lo ocurrido. Todo aquello que nos dijeron los espejos. Todo lo que no sobrevivió a la inundación; lo que ya no existe, el lujo y el desastre que la prosperidad nos trajo. Tus risas y las mías. Tu llanto y el mío. Y es preciso, insistió, porque sino tratamos de recordarlo, porque si intentamos creer que no pasó, no sabremos nunca valorar la felicidad de nuestro sencillo destino; porque si lo olvidamos, quizá no sonriamos con el brillo del cristal, añorando el diáfano reflejo del diamante que ya no existe.
Él apenas si la veía, pero la escuchaba con atención. La luz de sus ojos fue otra cosa que el tiempo se había llevado. Es una idiota, pensó. Siempre viendo el vaso medio lleno, cuando el vaso lleva años roto. Es una ilusa, decía para sus adentros. De qué vale el brillo del cristal, cuando todo brillo es negro... Sin embargo, el amor lo tenía allí y aunque no comprendía bien cómo su destino se había ido a la mierda y lo había dejado ciego y pobre, sucio y tirado en medio de un barrio que se inundaba cada vez que llovía, pensaba en la fortuna de tener a aquella mujer que deshecha por el tiempo, la pobreza y la desgracia, se las arreglaba para regalarle día a día un trocito ruinoso de esperanza.